Segunda introducción al concepto de estrategia: ¿Una definición?

sábado, 30 de junio de 2007

No es sencillo delimitar de manera concisa y unívoca el concepto de estrategia. Si intentamos cercarlo, rápidamente escapa por alguna rendija de forma que bajo cierta comprensión del concepto, todo es estrategia. De otro lado, contamos con la ventaja de que si partimos de una definición más laxa del concepto la comprensión se hace mucho más asequible.

Por ese motivo, parece oportuno comenzar por una definición como la que sigue, tomada del Diccionario de la RAE:

Estrategia. (Del lat. strategĭa, y este del gr. στρατηγία).

  1. f. Arte de dirigir las operaciones militares.
  2. f. Arte, traza para dirigir un asunto.
  3. f. Mat. En un proceso regulable, conjunto de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento.

A partir de esta definición, y teniendo en cuenta sobre todo las acepciones 2 y 3, podemos, por ejemplo, decir que cuando cogemos una silla para alcanzar un bote de galletas que está demasiado alto estamos usando una estrategia. Ahora bien, si lo pensamos un poco, ¿en qué acción no hacemos uso de ellas, ya sea de manera consciente o inconsciente?

Pero aceptado esto, que todo es estrategia, ¿no podemos sentar una definición más adecuada a nuestros propósitos? ¿Cómo encajar esta definición con la enseñanza del español como lengua extranjera? En principio parece que podría funcionar tal cual, sobre todo si tenemos en cuenta la tercera acepción, pero parece adecuado precisar más. Sugerimos que una propuesta inicial podría ser la siguiente:

En el contexto de la enseñanza de lenguas, llamaremos estrategias al conjunto de procesos mentales (conscientes e inconscientes) y actividades que permiten al alumno tomar decisiones de manera óptima y eficaz, ya sea durante el proceso de aprendizaje o en el uso de la lengua que está aprendiendo.

De esta forma, con esta primera definición provisional atendemos dos puntos importantes: a) De un lado, ponemos de manifiesto que no todas las estrategias son conscientes y que muchos de los procesos mentales que determinan el aprendizaje de la lengua no son de carácter intencional. b) De otro, que las estrategias se ponen en juego no sólo durante el proceso de aprendizaje, sino también en el uso de la lengua, asunto fundamental, sobre todo si tenemos en cuenta que el precepto de los nuevos enfoques metodológicos es que se aprende haciendo, haciendo imposible distinguir cuándo se hace y cuándo se aprende.

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