Para terminar de perfilar el concepto de estrategia más adecuado para el aprendizaje de lenguas, debemos centrar nuestra atención ahora en la tipología de estrategias que podemos considerar al respecto. Son muchas las clasificaciones que se han venido manejando desde los años 70, y muchas de ellas aparentemente incompatibles. Lejos de esta idea, nuestra intención es la de partir de la hipótesis de que la supuesta inconmensurabilidad de las clasificaciones propuestas viene determinada en muchos casos por la perspectiva de la que parten sus autores –no de los conceptos–, y que lograremos un avance muy positivo si conseguimos hacer compatibles éstas clasificaciones, usando cada una en función de nuestras necesidades en cada momento.
- Una clasificación en función de la fase del proceso de aprendizaje implicada.
Parece fundamental, por intuitivo, que una primera clasificación parta de las distintas fases del proceso de aprendizaje. En este momento daremos por buena la caracterización del mismo que propone tres fases distintas, y que organiza las estrategias de aprendizaje como sigue:
- En la fase de obtención de información, el alumno recopila los datos necesarios para el aprendizaje de la lengua, en muy diversas maneras. Es este momento son especialmente útiles estrategias compensatorias (pedir aclaraciones, ejemplos,…), deductivas (a partir del conocimiento que el alumno tiene del mundo,…), etc.
- En la fase de almacenamiento de información destacan las estrategias dirigidas a memorizar los datos de manera que éstos puedan recuperarse en el futuro. Podemos hablar aquí de asociaciones, contextualizaciones, ensayos mentales y numerosos otros recursos dirigidos a este fin.
- Finalmente, en la fase de recuperación y uso debemos incluir estrategias como la repetición, el ensayo, la aplicación consciente de reglas de cara a automatizarlas o la autorregulación del proceso de comunicación. También debemos incluir, claro, estrategias compensatorias.
- Una clasificación en función de la naturaleza de la estrategia implicada.
La clasificación que acabamos de ver, aunque útil para una comprensión inicial, parece insuficiente, sobre todo por superficial y poco compatible con un planteamiento como el nuestro en el que la distinción entre las tres fases del aprendizaje propuestas no es tan clara. Por eso, con vistas a una clasificación más acorde, parece adecuado combinar lo visto con una propuesta que parta de la misma naturaleza de las estrategias. Así, podemos hablar de cuatro grandes grupos:
- En el grupo de las estrategias cognitivas, las más conocidas, incluiremos todas aquellas actividades y procesos mentales que los aprendientes realizan de manera consciente o inconsciente para mejorar la comprensión del lenguaje, su asimilación, su almacenamiento en la memoria, su recuperación y su posterior utilización. Se caracterizan sobre todo por la manipulación de la lengua meta, o su transformación.
- Dentro de las estrategias metacognitivas se incluyen aquéllas que permiten observar y controlar el proceso de aprendizaje, pero son externas a éste. Se centran en los procedimientos que permiten saber en qué consiste aprender, saber cómo se aprenderá mejor y saber cómo es uno mismo a la hora de aprender (aptitudes y actitudes ante el aprendizaje).
- Las estrategias socioafectivas conforman el tercer grupo y refieren a las decisiones y comportamientos que los aprendientes adoptan con el fin de reforzar la influencia favorable o desfavorable de los factores personales y sociales en el aprendizaje.
- Finalmente, las estrategias comunicativas son las que permiten al aprendiente mantener la comunicación ante dificultades imprevistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario